02/03/2016
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Hay preguntas que uno no se plantea hasta que arde la tostadora, chispea el cuadro eléctrico o un fogón mal apagado convierte una noche tranquila en una escena de emergencia. Y sin embargo, hay respuestas que conviene tener grabadas a fuego lento. Como esta: ¿qué tipo de fuego apaga un extintor ABC?
No es sólo una cuestión de cultura general. Es una necesidad básica en entornos domésticos, laborales, industriales o públicos. Porque si algo sabemos con certeza es que los incendios no avisan, y cuando llegan, lo hacen con prisa. Por eso, en tiempos de cargadores en bucle, cocinas industriales saturadas y almacenes repletos de embalajes, tener un extintor ABC no es un lujo. Es una decisión inteligente. Es sentido común con nombre técnico.
Los extintores de tipo ABC son los más versátiles y utilizados. ¿Por qué? Porque están diseñados para hacer frente a los tres tipos de fuego más comunes en nuestra vida diaria:
Frente a estos tres enemigos potenciales, el extintor ABC actúa con rapidez y eficacia gracias a su contenido: un polvo químico seco, compuesto mayoritariamente por fosfato monoamónico, capaz de sofocar el fuego mediante la interrupción del triángulo de la combustión: oxígeno, calor y combustible.
Si aún no dispones de uno, conviene considerar la instalación inmediata de estos extintores ABC, certificados y adaptados a normativa, que pueden marcar la diferencia entre un susto y una pérdida total.
El mecanismo es directo: al presionar la palanca, el polvo sale disparado hacia la base del fuego, sofocándolo. Pero hay algo más: al enfriar el material y aislarlo del oxígeno, se evita la reignición. Es decir, no sólo apaga, también previene.
Este tipo de extintor también puede emplearse de forma segura en equipos eléctricos de hasta 35.000 voltios, siempre manteniendo una distancia mínima de seguridad (al menos 2 metros). Pero atención: no es apto para incendios que involucren metales combustibles ni para usarse como si fuera agua lanzada desde un cubo. Es una herramienta, no un milagro. Y debe ser usada con conocimiento y precisión.
Por ello, si estás buscando una opción con buena relación calidad-precio para proteger tu negocio o tu hogar, el extintor ABC de 6 kg es una excelente elección.
La instalación de extintores ABC está recomendada, y en muchos casos obligada, en diversos contextos:
Debe colocarse en zonas visibles, señalizadas y a una altura accesible, cumpliendo siempre con la normativa vigente. Y no basta con tenerlo: requiere mantenimiento periódico, incluyendo revisión trimestral, inspección anual y retimbrado cada cinco años. Todo ello realizado por empresas acreditadas.
Si quieres mantenerte al día y profundizar en consejos de instalación, normativas o tipos de fuego, el blog de extintores es una fuente de información clave para usuarios, técnicos y curiosos responsables.
De nada sirve tener el mejor extintor si no sabemos usarlo. Aquí, cinco pasos imprescindibles que pueden salvar una vida:
Además, se recomienda hacer simulacros y formación periódica a todos los usuarios de un espacio compartido, sea una empresa, una comunidad de vecinos o una familia.
Una de las grandes asignaturas pendientes en prevención es esta: saber distinguir los tipos de fuego. Porque no todos se apagan igual. Lo que es eficaz con un incendio de papeles puede ser inútil (o incluso peligroso) frente a un fuego por aceite caliente o un escape de gas.
La etiqueta del extintor debe leerse y entenderse. Porque allí están los pictogramas que indican su ámbito de acción. Porque conocer el fuego es conocer su enemigo. Y el enemigo de un fuego clase ABC es, precisamente, el extintor ABC.
Podemos tener un extintor nuevo, brillante, revisado… pero si no sabemos a qué fuego enfrentarnos, si no distinguimos una combustión sólida de un líquido inflamable, estamos igual de indefensos.
Por eso insistimos en la doble vía: equipo contra incendios, sí. Pero también formación. Porque en la balanza entre accidente y catástrofe hay un punto de inflexión, y ese punto muchas veces está pintado de rojo y colgado junto a una puerta de salida.
Conocer, prevenir, actuar. Tres palabras, un propósito: seguridad.
Los peligros silenciosos de las baterías de litio en los hogares españoles.
Resulta que ahora hasta los enchufes nos miran mal. No hay día que no salte una alerta, un titular, una sirena o un vecino que grita desde el descansillo: “¡Oye, que el patinete de tu hijo está echando humo!”. Y no es para menos. Las baterías de litio, esas maravillas modernas que prometen libertad sobre ruedas y carga rápida, están detrás de un número creciente de sustos domésticos. El problema no es nuevo, pero sí cada vez más frecuente. Y no, no se arregla con una regañina ni con abrir las ventanas.
Hay que ponerse serios con esto.
Porque cuando la batería de un patinete eléctrico decide calentar más de la cuenta, el salón se convierte en una trampa ardiente. Y ahí, señores, no vale con soplar ni rezar al cuadro de San Pancracio. Hace falta prevención, información y, sobre todo, cabeza fría.
¿Por qué arden las baterías de litio? Una bomba en miniatura
Vamos al grano. Las baterías de litio funcionan con una química interna que, si se descontrola por sobrecarga, golpe, defecto o uso incorrecto, puede derivar en lo que se llama “fuga térmica”. ¿Qué es eso? Pues básicamente, el infierno en una cajita negra. La temperatura se dispara, el gas se expande, y lo siguiente que ves es fuego.
Ahora multipliquemos ese riesgo por los miles de dispositivos con litio que tenemos en casa: móviles, tabletas, ordenadores, cepillos eléctricos, drones, bicicletas, patinetes... la lista sigue. Y no, no es una película de catástrofes de sobremesa: es la realidad doméstica de miles de familias que desconocen cómo manejar correctamente estos dispositivos.
Cómo actuar ante el riesgo: considerar qué extintor comprar no es una opción, es una necesidad
Aquí es donde toca dejar las bromas. Si convivimos con artefactos que pueden arder en segundos, lo lógico —y civilizado— es saber defendernos. Y la defensa no empieza cuando ya hay llamas, sino antes.
Considerar qué extintor comprar es tan importante como ponerle freno al coche antes de arrancar. Y no, no sirve cualquiera. Un extintor de polvo ABC, ese que todos conocemos, puede quedarse corto frente a una batería de litio encendida. Es como intentar apagar una barbacoa con una servilleta húmeda.
Extintor baterías litio: el aliado que nadie quiere pero todos necesitamos
Lo decimos sin rodeos: si tienes patinetes, bicis eléctricas o cualquier dispositivo con batería de litio, necesitas un extintor específico para litio. No es paranoia, es sentido común.
El extintor baterias litio está diseñado para cortar la reacción térmica del litio, aislando el oxígeno y controlando la propagación. Es el único que puede darte margen de maniobra mientras llegan los bomberos. No se trata de sustituir su labor, sino de evitar que una chispa se convierta en tragedia.
Y sí, cuesta más que uno convencional. Pero también cuesta más reconstruir tu casa desde los cimientos, ¿no?
Lo que arde no siempre se ve venir: la amenaza silenciosa del incendio espontáneo
Ah, el temido incendio. Llega cuando menos lo esperas, y se ceba precisamente en el lugar que más queremos: nuestra casa. Los datos no mienten: los incendios provocados por baterías de litio han escalado en las estadísticas como el pan caliente. Y no es casualidad.
La sobrecarga nocturna, esa costumbre tan española de dejar el móvil enchufado al lado de la almohada, es una invitación al desastre. Igual que dejar el patinete enchufado durante horas en el pasillo. Todo parece tranquilo... hasta que no lo es.
La clave está en detectar señales: calentamiento excesivo, chispazos, ruidos raros, olor a quemado. Si tu dispositivo emite cualquiera de estos síntomas, desenchufa, enfría y, si puedes, consulta este blog de extintores o especialistas en seguridad. Más vale prevenir que lamentar.
La normativa se queda corta: protegerse no depende del BOE
Esperar a que una normativa regule hasta cómo cargar el cepillo de dientes no es realista. Las leyes van más lentas que el sentido común. Por eso, la responsabilidad recae sobre cada hogar.
¿Hay que exigir controles más estrictos a los fabricantes? Por supuesto. ¿Hay que regular puntos de carga comunitarios? También. Pero mientras tanto, lo sensato es asumir el mando de nuestra seguridad.
Tener un extintor de litio en casa no debería ser la excepción, sino la regla. Como tener un botiquín o una linterna. Y ojo, que no se trata de vivir con miedo, sino de estar preparados.
Consejos esenciales para convivir con baterías de litio sin jugar a la ruleta rusa
Compra productos certificados. Nada de gangas ni cargadores “compatibles” de dudosa procedencia.
No cargues dispositivos sin supervisión. Ni por la noche ni cuando te vas a trabajar.
Almacena los patinetes lejos de zonas de paso o salidas de emergencia.
Vigila la temperatura. Si un dispositivo se calienta más de la cuenta, apágalo y desconéctalo.
Invierte en prevención. Un extintor baterías litio bien colocado puede salvar más que muebles.
La tecnología avanza, pero no a costa de la seguridad
Podemos estar a favor de la movilidad eléctrica, del progreso, del ahorro energético. Todo eso está muy bien. Pero nada de eso tiene sentido si convertimos nuestras casas en polvorines.
Prevenir, actuar y proteger. Esa es la trilogía que nos toca repetir hasta que sea rutina.
En el sector de la construcción contemporánea, los ensayos de resistencia al fuego representan un pilar esencial para garantizar la seguridad, la integridad estructural y la durabilidad de los edificios. Estas pruebas permiten determinar con precisión cómo se comportan los materiales, sistemas y productos frente a temperaturas extremas, asegurando que mantengan su estabilidad durante un tiempo determinado en caso de incendio.
La resistencia al fuego no solo es un requisito normativo, sino una herramienta fundamental para proteger vidas humanas y bienes materiales en todo tipo de infraestructuras: desde naves industriales hasta edificios residenciales o centros públicos.
Los ensayos de resistencia al fuego se desarrollan bajo condiciones controladas en laboratorios acreditados, siguiendo los procedimientos establecidos en las normas europeas UNE-EN 1363-1 y sus derivadas. Dependiendo del elemento constructivo que se evalúe, se aplican diferentes normativas técnicas:
UNE-EN 1634-1: para puertas cortafuegos y elementos de cierre.
UNE-EN 1366-3: para sellados de penetraciones.
UNE-EN 1366-4: para juntas lineales.
UNE-EN 13381: para protecciones de estructuras metálicas mediante recubrimientos o morteros.
Durante la prueba, el material se expone a una curva tiempo-temperatura estandarizada que supera los 1.000 °C en menos de una hora, simulando las condiciones reales de un incendio. El objetivo es evaluar tres aspectos críticos: resistencia estructural (R), integridad frente al paso de llamas o gases (E) y aislamiento térmico (I).
Dentro de las soluciones más efectivas y reconocidas del mercado se encuentran los ignifugados Promatec, un conjunto de sistemas desarrollados para garantizar una protección pasiva de alto rendimiento frente al fuego.
Estos productos han sido diseñados para retrasar la propagación del fuego, mantener la estabilidad de las estructuras metálicas y asegurar el cumplimiento de las exigencias del Código Técnico de la Edificación (CTE DB-SI).
Los ignifugados Promatec abarcan desde pinturas intumescentes hasta paneles de alta densidad y morteros proyectados, todos ellos certificados bajo rigurosos ensayos de resistencia al fuego realizados conforme a la normativa europea. Su aplicación permite mejorar notablemente el tiempo de reacción en emergencias, reduciendo el riesgo estructural y aumentando la seguridad general del edificio.
Para que un producto ignífugo sea considerado apto dentro de un proyecto de edificación, debe contar con su correspondiente certificado de ignifugación. Este documento, emitido por laboratorios acreditados, acredita que el material ha superado satisfactoriamente los ensayos exigidos por la normativa.
El certificado de ignifugación incluye información técnica sobre la clasificación obtenida (por ejemplo, EI 60, EI 90 o REI 120), las condiciones de aplicación, el tipo de soporte compatible y los resultados del ensayo.
Además, es una garantía indispensable para la comercialización y el uso de materiales ignífugos en el marco del Reglamento (UE) 305/2011 de Productos de Construcción. Sin este documento, no se puede justificar el cumplimiento de las exigencias de seguridad en ningún proyecto constructivo.
El término ignifugaciones hace referencia a los tratamientos o sistemas destinados a mejorar la resistencia de un material frente al fuego. Existen múltiples métodos para ensayar estos sistemas, en función de su composición y aplicación:
Pinturas intumescentes: se aplican sobre acero o madera y, al exponerse al calor, se expanden formando una capa carbonosa aislante. En los ensayos, se mide el tiempo que tarda el metal en alcanzar los 500 °C, temperatura en la que el acero pierde gran parte de su resistencia.
Morteros proyectados: se aplican sobre elementos estructurales y se ensayan para comprobar su capacidad de aislamiento térmico y su adherencia bajo condiciones extremas.
Paneles ignífugos y sellados cortafuegos: se prueban según las normas UNE-EN 1366-3 y UNE-EN 1366-4, determinando su capacidad para impedir la propagación de llamas y gases calientes.
El resultado de estos ensayos se traduce en una clasificación EI o REI, que determina cuántos minutos resiste el sistema sin perder sus propiedades críticas.
Una vez completadas las pruebas, los materiales obtienen una clasificación de resistencia al fuego que se expresa mediante códigos alfanuméricos:
R (Resistencia estructural): mide la capacidad del elemento de conservar su estabilidad.
E (Integridad): determina si el elemento impide el paso de llamas o gases.
I (Aislamiento): evalúa si evita la transmisión de calor hacia zonas no expuestas.
Así, una puerta o muro clasificado como REI 120 garantiza estabilidad, integridad y aislamiento durante 120 minutos. Esta clasificación es determinante para definir la compartimentación y las zonas de evacuación de los edificios, conforme al CTE DB-SI.
Las pinturas intumescentes son uno de los sistemas más utilizados para proteger estructuras metálicas. Durante los ensayos, se aplican sobre perfiles de acero y se someten a una exposición térmica controlada. La expansión del recubrimiento crea una capa aislante que retrasa el aumento de temperatura del metal, prolongando su resistencia estructural.
Por otro lado, las puertas RF (resistentes al fuego) se ensayan bajo la norma UNE-EN 1634-1. Estas pruebas verifican su integridad (E), aislamiento térmico (I) y estabilidad estructural (R), garantizando que el conjunto —hoja, marco y herrajes— mantenga sus propiedades durante el tiempo especificado.
Los modelos certificados con clasificaciones como EI2 60 o EI2 90 son esenciales en hospitales, oficinas o centros comerciales, donde la compartimentación es vital para la seguridad de las personas.
Superados los ensayos, los fabricantes reciben el informe de clasificación y el marcado CE, documento que garantiza la conformidad del producto con las normativas europeas. Este marcado no solo avala la calidad del producto, sino que también autoriza su instalación en cualquier país de la Unión Europea.
El proceso incluye la evaluación del sistema de producción, el control de muestras y la verificación continua del rendimiento del material, asegurando que los productos ignífugos mantengan sus prestaciones a lo largo del tiempo.
Todo ello es imprescindible para cumplir con los requerimientos legales de la seguridad contra incendios, así como para facilitar las licencias de obra y el cumplimiento de los estándares de protección pasiva.
Los ensayos de resistencia al fuego son una herramienta indispensable para garantizar la fiabilidad de los materiales empleados en la construcción. Gracias a innovaciones como los ignifugados Promatec, la obtención del certificado de ignifugación y el riguroso control sobre las ignifugaciones estructurales, hoy es posible construir edificaciones más seguras, sostenibles y duraderas.
Cada elemento, desde una pintura intumescente hasta una puerta cortafuegos, debe superar exigentes pruebas que avalen su comportamiento frente al fuego y aseguren la máxima protección de las personas y las infraestructuras.