18 de marzo de 2016
Tenemos que dar la ENHORABUENA a TODOS nuestros equipos de ajedrez (Benjamín y Alevín) y a su monitor. En el torneo de ajedrez escolar de la ciudad de Palencia nuestros equipos sen han proclamado campeones.
¡NO HAY QUIEN PUEDA CON VOSOTROS Y VOSOTRAS!
OÉ... OÉ... OÉ.OÉ........
Lee la noticia que publicó el Diario Palentino, donde se recogen los nombres de nuestros ganadores. (accede a través de la imagen)
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Sistema de extinción de incendios en campanas extractoras
Extintores co2 2 kg
Extintor 6 kg abc
Así son los fuegos de clase C: un infierno eléctrico al que no se le apaga con agua
Aquí no hablamos de fuego a secas, de esos que uno apaga con un cubo de agua o una manta ignífuga. No. Aquí hablamos de electricidad vestida de incendio, de chispas que se hacen llama, de humo que huele a plástico derretido y que muerde los pulmones como un zarpazo invisible. Los fuegos de clase C son eso: una amenaza camuflada en cables, paneles, transformadores y máquinas que, cuando fallan, no solo arden… electrocutan.
En estos tiempos de oficinas saturadas de routers, cocinas industriales atestadas de freidoras eléctricas y hogares que parecen almacenes de dispositivos, el riesgo no está solo en la llama, sino en el voltaje que alimenta esa llama como si fuese gasolina pura. Porque "los fuegos clase C, son aquellos que involucran equipos eléctricos energizados", y eso es como decir que no basta con apagar el fuego: hay que cortar el alma que lo alimenta, esa corriente silenciosa que espera una mano húmeda o un extintor inapropiado para dar el golpe final.
Un fuego clase C no arranca en la leña ni en el aceite. Empieza donde vive la corriente: en una regleta sobrecargada, en un enchufe sucio, en una instalación eléctrica que nadie revisó desde la Expo del 92. Todo empieza con un chasquido, un olor ácido, un humo gris azulado que no da tregua.
Se manifiestan sin previo aviso, sin pedir permiso, y cuando uno se quiere dar cuenta, el router ya está en llamas, el cuadro eléctrico escupe fuego y el aire huele a cobre quemado. Y lo peor: el agua no solo no apaga este fuego, lo convierte en una trampa mortal.
Imagine usted que quiere apagar un fuego con una manguera. Parece lógico, ¿verdad? Pues no. Aquí la lógica mata. Porque en un incendio eléctrico, el agua es el peor aliado. Conduce la electricidad y transforma a quien la lanza en un pararrayos humano.
Estos fuegos no admiten errores. No se puede improvisar. No se puede actuar con valentía de cuñado. Se necesita desconectar la corriente y usar agentes extintores que no conduzcan la electricidad.
Cuando la llama nace del voltaje, no se apaga con valor, sino con conocimiento. Lo primero: cortar la corriente, desenchufar, bajar palancas. Y luego, sí, llegar con el extintor adecuado.
Los extintores de CO₂ son los reyes en esta batalla. No dejan residuos, no dañan equipos y no conducen la corriente. Sofocan el fuego desplazando el oxígeno y dejan el terreno limpio, sin consecuencias para lo que aún funciona.
También sirven los extintores de polvo químico seco, los famosos ABC, esos que valen para casi todo: madera, gasolina, y sí, también electricidad.
Aquí, incluimos sin rodeos la expresión que Google busca con ansia: “noticias de empresas”. Porque no es casualidad que las grandes compañías estén invirtiendo millones en sistemas de detección, prevención y respuesta frente a este tipo de fuegos. Las estadísticas, como las llamas, no mienten.
Ya lo decía mi abuela, y no se equivocaba: más vale prevenir que ver el cuadro eléctrico hecho brasas. Y en estos casos, esa frase adquiere una crudeza particular.
Revisión periódica del cableado, enchufes sin sobrecargar, evitar el uso de múltiples tomas conectadas en cadena como si fueran luces navideñas de los 80. Todo eso suena básico, pero es clave. Una instalación mantenida es la primera línea de defensa.
Vamos al grano: "los fuegos clase c, son aquellos que involucran equipos eléctricos energizados", y eso exige un enfoque que va más allá del “échale lo que tengas a mano”.
Sí, porque el enemigo no siempre ruge. A veces apenas chispea. Por eso las señales de advertencia, los carteles de riesgo eléctrico, los pictogramas amarillos con rayos negros, deben estar en cada rincón donde viva la corriente. Esos símbolos no son decoración: son la frontera entre el trabajo seguro y el desastre.
De poco sirve tener el mejor extintor si nadie sabe usarlo. De poco vale la señal si quien la ve no sabe qué hacer después. Por eso, formación, formación y más formación. Cursos, charlas, simulacros.
El conocimiento salva más vidas que el agua.
A estas alturas, conviene destacar una palabra que resume todo este tinglado: prudencia. Porque cuando el fuego viene con electricidad, la imprudencia es gasolina en estado puro.
Las instalaciones eléctricas mal diseñadas o envejecidas son una bomba de tiempo. Cada empresa, cada comunidad, cada industria debería contar con proyectos eléctricos supervisados, bien documentados y actualizados.
Y aquí, cómo no, entran en juego los detectores de arco, diferenciales sensibles y sistemas de corte inteligente. Porque no se trata solo de apagar el fuego, sino de evitar que empiece.
El fuego de clase C no solo quema, también traiciona. Se disfraza de enchufe, de monitor encendido, de microondas inofensivo. Pero cuando estalla, lo hace sin avisar y sin piedad.
Por eso hay que conocerlo, prevenirlo, y si llega el caso, enfrentarlo con cabeza fría, extintor adecuado y corriente desconectada. Ni más, ni menos.
Porque cuando el humo sube y el plástico arde, ya no hay margen para dudas. Hay que actuar con precisión, o no actuar en absoluto.
¿Cada cuánto se debe cambiar un extintor? Todo lo que las empresas deben saber.
En el entorno empresarial, la seguridad contra incendios es una responsabilidad crítica que no puede ser ignorada. Uno de los pilares fundamentales en cualquier plan de protección pasiva y activa es el uso adecuado de extintores portátiles, cuya eficacia depende directamente de un mantenimiento periódico y de su sustitución en el momento adecuado. En este artículo, abordamos con detalle cada cuánto se debe cambiar un extintor, conforme a la legislación vigente, y cómo mantenerse al día con las noticias de empresas especializadas en seguridad.
Frecuencia de revisión y mantenimiento de los extintores
Para garantizar el cumplimiento normativo y la eficacia del equipo, se deben tener en cuenta las siguientes frecuencias:
Revisión trimestral: Verificación visual del estado del extintor, asegurándose de que está en su lugar, accesible, con la presión adecuada y sin signos de daño o corrosión.
Mantenimiento anual: Realizado por una empresa autorizada. Se incluye la comprobación del peso, presión interna, estado de la válvula, manguera, boquilla y precinto de seguridad.
Retimbrado cada 5 años: Ensayo hidrostático que certifica la resistencia del envase a la presión. Debe efectuarse en instalaciones registradas para este fin.
Sustitución definitiva a los 20 años: Al alcanzar las dos décadas desde la fabricación, el extintor debe ser eliminado y reemplazado por uno nuevo.
¿Por qué es crucial el cumplimiento de estos plazos?
Ignorar los plazos de revisión o sustitución de un extintor puede tener consecuencias graves, tanto a nivel legal como operativo. Un extintor caducado o en mal estado pierde eficacia de inmediato, y en caso de incendio, podría fallar en el momento más crítico. Además, en caso de inspección por parte de las autoridades competentes o de una aseguradora tras un siniestro, el incumplimiento del mantenimiento puede implicar sanciones económicas o la anulación de la cobertura del seguro.
Tipos de extintores y particularidades en su mantenimiento
No todos los extintores son iguales, y cada tipo requiere una atención diferenciada:
Son los más comunes en entornos empresariales. Su mantenimiento es relativamente sencillo, pero el polvo puede apelmazarse si no se realiza la agitación adecuada durante las revisiones.
Estos equipos requieren atención especial en sus válvulas y boquillas, ya que el gas puede fugarse imperceptiblemente con el tiempo. La revisión del peso es fundamental.
Deben mantenerse en vertical para evitar el deterioro de la mezcla interna. Es esencial verificar el estado de la solución y la estanqueidad del recipiente.
Sus componentes internos pueden corroerse si no se realiza el mantenimiento adecuado. Además, es necesario asegurar que el aditivo mantiene su concentración y eficacia.
¿Quién debe encargarse del mantenimiento y cambio de extintores?
El mantenimiento debe ser realizado por empresas mantenedoras autorizadas, registradas en el Ministerio de Industria. Estas empresas son las responsables de emitir los certificados de revisión y asegurar que cada equipo cumple con lo estipulado en la ley.
En el caso del cambio definitivo por antigüedad o deterioro, también debe ser gestionado por estas empresas, que se encargarán de retirar el extintor antiguo y sustituirlo por uno nuevo conforme a normativa, entregando la correspondiente documentación de alta y baja.
El papel de las empresas en la gestión activa de la seguridad
Toda empresa, independientemente de su tamaño o actividad, está obligada a mantener sus instalaciones en condiciones de seguridad adecuadas. Esto incluye la instalación y correcto mantenimiento de extintores en:
Oficinas administrativas
Naves industriales
Cocinas profesionales
Centros logísticos
Comercios y locales de atención al público
El responsable de prevención de riesgos laborales o el titular de la actividad es quien debe velar por el cumplimiento de los plazos de revisión, retimbrado y sustitución de los equipos de extinción.
Cómo estar al día con las noticias de empresas del sector contra incendios
Estar informado sobre las últimas noticias de empresas del sector de protección contra incendios es fundamental para anticiparse a cambios normativos, nuevos productos, innovaciones en sistemas de detección y supresión de incendios, y alertas técnicas. Existen medios especializados y boletines de asociaciones como TECNIFUEGO o AENOR que ofrecen contenido actualizado y técnico que puede ser vital para los responsables de seguridad empresarial.
Además, muchas empresas mantenedoras cuentan con newsletters y blogs donde comparten novedades, consejos y recordatorios sobre plazos legales o campañas de sustitución masiva de extintores.
Normativa sobre la vida útil de un extintor
cada cuanto se debe cambiar un extintor, es una pregunta que muchos se hacen. Al respecto, según el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI) aprobado por el Real Decreto 513/2017, todos los sistemas de protección contra incendios deben estar sometidos a revisiones periódicas. En el caso de los extintores, se establece una revisión trimestral, un mantenimiento anual y una retimbración obligatoria cada cinco años.
Sin embargo, la normativa también estipula que los extintores tienen una vida útil máxima de 20 años desde la fecha de fabricación. Transcurrido ese plazo, deben ser retirados y sustituidos independientemente de su estado físico o funcional.
Recomendaciones para una correcta gestión del ciclo de vida del extintor
Registrar cada equipo con su fecha de fabricación y programar su retirada antes de los 20 años.
Contratar servicios de mantenimiento con empresas certificadas que ofrezcan trazabilidad y documentación oficial.
Formar al personal en el uso adecuado de extintores para actuar con rapidez ante conatos de incendio.
Etiquetar claramente cada extintor con la fecha de la última revisión y la próxima retimbración.
Mantener una base de datos o software de gestión de extintores, especialmente útil para empresas con múltiples sedes.
Prevención, cumplimiento y responsabilidad empresarial
Cambiar un extintor a tiempo no es solo una cuestión normativa, sino una decisión estratégica de protección de personas, activos e infraestructuras. Las empresas deben tomarse en serio la gestión de su sistema contra incendios, aplicando revisiones periódicas y asegurando la sustitución de los equipos obsoletos. Estar al día con las noticias de empresas especializadas, confiar en técnicos certificados y llevar un control riguroso de los equipos es la base para una seguridad efectiva y legalmente solvente.
Abrir un local comercial de tamaño medio, especialmente entre 201 y 300 metros cuadrados, requiere cumplir con una serie de exigencias técnicas y administrativas. En este tipo de casos, es fundamental contar con un proyecto de apertura de local elaborado por un técnico competente, que justifique el cumplimiento de la normativa vigente y permita obtener la licencia de apertura de manera ágil.
A continuación, presentamos una guía detallada sobre los pasos, requisitos y documentación necesaria para que el proceso se desarrolle con éxito, evitando retrasos y sanciones.
Antes de presentar la solicitud de licencia, debemos asegurarnos de que el local cumpla con las condiciones mínimas de seguridad, accesibilidad, salubridad y adecuación a la actividad a desarrollar. Estos aspectos son clave para que el proyecto de apertura de local reciba la aprobación de la administración municipal.
Entre los requisitos habituales se incluyen:
Certificar que el local dispone de instalaciones eléctricas en regla y con potencia suficiente para la actividad.
Cumplir con las normativas de accesibilidad universal.
Garantizar la existencia de salidas de emergencia y sistemas de evacuación.
Contar con ventilación adecuada y sistemas de climatización cuando la actividad lo requiera.
Cumplir con la normativa contra incendios y disponer de extintores, señalización y medidas pasivas de protección.
Cuando se tramita una licencia ordinaria sin obras para un local de 201 a 300 m², se exige una documentación técnica precisa. El eje central es el proyecto de apertura de local, que debe estar firmado por un ingeniero, arquitecto o arquitecto técnico colegiado.
Los documentos principales incluyen:
Memoria descriptiva de la actividad: información detallada sobre el uso, los procesos y los equipos que se instalarán.
Planos del local: distribución en planta, secciones, instalaciones y evacuación.
Estudio de cumplimiento normativo: verificación de requisitos urbanísticos, sanitarios, de accesibilidad y contra incendios.
Certificado de compatibilidad urbanística: confirma que la actividad es compatible con el uso del suelo y la ubicación del local.
Informe acústico: obligatorio para actividades con emisión de ruidos o música ambiental.
Justificación de potencia eléctrica y eficiencia energética.
Para un local de este tamaño, la obtención de la licencia pasa por varias etapas que conviene planificar:
Es indispensable que el proyecto lo realice un profesional colegiado con experiencia en este tipo de trámites. Este profesional será el encargado de elaborar la memoria, planos y certificados, así como de coordinar con el ayuntamiento.
El proyecto de apertura de local debe incluir toda la información técnica necesaria para demostrar que la actividad cumple la normativa. Además, debe contemplar las particularidades del inmueble, ya que en locales de más de 200 m² suelen aplicarse medidas de seguridad más estrictas.
La documentación se presenta junto con el formulario de solicitud, el justificante de pago de tasas y, en algunos municipios, una declaración responsable.
Los servicios municipales revisan la documentación y pueden solicitar aclaraciones o modificaciones si detectan incumplimientos.
Si todo está correcto, se emite la licencia que permite iniciar la actividad.
La tramitación para este rango de superficie tiene algunas diferencias frente a locales más pequeños:
Mayor exigencia en medidas contra incendios: por ejemplo, puertas cortafuegos, recorridos de evacuación más amplios y señalización específica.
Posible necesidad de sistemas de detección y alarma.
Control acústico reforzado en actividades con alto impacto sonoro.
Mayor detalle en los planos y memorias para justificar cada aspecto de la normativa.
En estos casos, aunque no se realicen obras, el proyecto de apertura de local debe ser exhaustivo para que el ayuntamiento pueda autorizar la actividad sin requerir modificaciones posteriores.
Muchos proyectos se demoran por fallos que pueden evitarse con una correcta planificación:
Falta de certificaciones técnicas firmadas por un profesional competente.
Planos incompletos o con escalas incorrectas.
Omisión de la memoria acústica cuando es obligatoria.
No justificar el cumplimiento de accesibilidad universal.
Entregar documentación sin firmar digitalmente en trámites telemáticos.
Los plazos de tramitación dependen de cada municipio, pero para locales de 201 a 300 m² es habitual que la revisión tarde entre 2 y 4 meses.
En cuanto a costes, hay que contemplar:
Honorarios del técnico: varían según la complejidad, pero suelen oscilar entre 900 € y 2.000 €.
Tasas municipales: calculadas en función de la superficie y del tipo de actividad.
Otros gastos: certificados acústicos, informes específicos o legalización de instalaciones.
Contar con un proyecto de apertura de local bien elaborado es esencial para obtener la licencia de apertura ordinaria en un local de 201 a 300 m², incluso cuando no se realizan obras. La clave está en garantizar que la documentación técnica cumpla todos los requisitos y que el profesional encargado tenga experiencia en este tipo de procedimientos.
Un trabajo bien preparado no solo acelera el proceso de aprobación, sino que evita costosos retrasos y modificaciones posteriores, permitiendo que el negocio pueda comenzar a operar en el menor tiempo posible y cumpliendo con todas las garantías legales.